Varés & Asociados Abogados en Polonia
Vares / 05.12.2018

Negociando contra la aseguradora

Negociando contra la aseguradora*

 

Si después de casi quince años en el mundo de la abogacía, alguien me pidiera que preparara una clasificación con los tipos de compañías más carentes de escrúpulos que uno puede encontrarse en el ejercicio de la profesión, probablemente situaría a las aseguradoras en el “top five” de la lista. Se trata de empresas cuya actividad consiste en cubrir determinados riesgos económicamente cuantificables a cambio de un precio que se denomina “prima”. Su papel es de gran importancia en nuestra sociedad, ya que contribuyen a proporcionar a las personas y empresas la seguridad que necesitan para poder interactuar y, en consecuencia, generar beneficio.

Dicho esto, a pesar de su función social, y de la cercanía y humanidad que estas empresas suelen intentar transmitir mediante su publicidad, lo cierto es que hablamos de grandes corporaciones donde la maximización del beneficio es el principal objetivo. Ello por encima de los intereses de sus clientes, e independientemente de las dificultades personales que estos puedan estar atravesando.

Así pues, si en algún momento nos vemos en la necesidad de entrar en contacto con una aseguradora para, por ejemplo, reclamarle una indemnización por algún daño, ya sea personal o material, debemos saber cómo actuar. En primer lugar, hemos de leer la letra pequeña de la póliza –el documento en el que se plasma el contrato de seguro- y comprobar hasta dónde llega la cobertura contratada, y si aplica al caso que nos ocupa.
Si entendemos que el riesgo está cubierto, el paso siguiente será tomar conciencia de la cantidad a la que podemos tener derecho como consecuencia del siniestro de que se trate. Para eso, necesitaremos reunir toda la documentación que acredite el daño y confrontarla con normas tales como los baremos que anualmente publica en España la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (Ministerio de Economía y Competitividad) o los que en Polonia elabora el ZUS (Zakład Ubezpieczeń Społecznych).

Una vez hayamos perfilado una cifra, y antes de instar su reclamación judicial, merece la pena intentar una negociación con la aseguradora. Una solución “amistosa” en principio conviene a ambas partes: al reclamante por cuanto le supone un ahorro de tiempo el no tener que llegar a juicio, y a la compañía, que evita de esa manera un riesgo al que por naturaleza, es alérgica. Como quiera que nos enfrentamos a profesionales que dedican mucho tiempo y dinero a investigar maneras efectivas de hacer valer sus intereses sobre los nuestros, merece la pena tener en cuenta estos tres consejos básicos:

Primero: nunca aceptar la primera cifra que la aseguradora ofrece. Está comprobado que aproximadamente un 70% de los reclamantes se conforma con la primera oferta, que suele estar muy por debajo de lo que puede conseguirse. Es recomendable empezar la negociación reclamando una cantidad un 50% superior a aquella que esperemos conseguir.

Segundo: ser persistente en la reclamación. Las aseguradoras saben que la paciencia y el ímpetu del reclamante se van diluyendo con el tiempo. Por ello, son tendentes a “dar largas”. “La persona encargada está reunida” o “estoy a la espera de instrucciones de la dirección” son excusas que los responsables de las compañías a menudo emplean para ir alargando los plazos. No bajemos los brazos y perseveremos. Conviene ir anotando las fechas de las conversaciones, y resumir lo tratado en cada una de ellas.

Y por último: no tener miedo a ir a juicio. Dependiendo de la naturaleza del daño y de la cuantía de la reclamación, el proceso puede suponer unas tres o cuatro ofertas y contraofertas. Si, tras agotar la negociación, la cifra obtenida sigue por debajo de nuestras expectativas realistas, los tribunales son una buena alternativa, ya que borran de un plumazo la desventaja fáctica desde la que siempre partimos al enfrentarnos con un “mastodonte”.

En cualquier caso, y máxime si se trata de reclamaciones internacionales, es siempre recomendable contar con la asistencia de expertos. A estos efectos, una compañía especializada en reclamaciones o un despacho de abogados solvente puede resultar un elemento clave a la hora de poner una solución exitosa al asunto.

 

* Artículo publicado en POLSKA VIVA de julio de 2014.